El alcalde Iván Flores
no hizo nada, y sólo ha tenido viajes de
placer”, dicen los que promueven su
revocatoria. Y, saben que si la consulta
es aprobada y el alcalde obligado a dejar el cargo, será el accesitario quien
asuma la alcaldía y en ningún caso se
convocarán a nuevas elecciones. De hecho, el burgomaestre de Puno, y los demás alcaldes cuestionados, tienen que entonar una mea
culpa por sus errores: por falta de concertación con organizaciones sociales y otras
agrupaciones políticas; y sobre todo tras sucumbir a la embriaguez del poder, alejándose
de los vecinos.
El principal impulsor
de la revocatoria fue Ollanta Humala, al haber reducido a 25% el presupuesto de
los gobiernos regionales y municipales: dejando desfinanciadas obras de arrastre y nuevos proyectos que el pueblo reclama, y la
única alternativa que tenían los burgomaestres, era gestionar proyectos de
saneamiento ante el Ministerio de Vivienda; pero la población considera que ese
trabajo es del Gobierno Nacional. En este contexto casi todos los alcaldes del
país serán revocados: generándose ingobernabilidad y estancamiento del
crecimiento económico.
A menos que aparezca el
salvador de las revocatorias. El presidente Pedro Pablo Kuczynski, y cumpla su
compromiso de la Cumbre por la Descentralización en el Cusco: de mejorar la
transferencia de recursos para obras en las regiones con otro esquema. En
consecuencia, los alcaldes podrán cumplir con las obras programadas y se
ejecutará las acordadas en el presupuesto participativo. De esa manera, el
fantasma de la revocatoria desaparecerá.
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