jueves, 16 de febrero de 2017

Corruptos admirados

Por Grober Cutipa Huarcaya
Ilustración: redes



Cuando un alcalde es honesto, los asesores, trabajadores y empresarios le cuestionan, le exigen coludirse para direccionar las licitaciones, con la justificación de que “no importa que robe, con tal de que haga obras”; lo que perpetúa la corrupción y la injusta distribución de la riqueza. Y, el trabajador honrado es un desadaptado social,  se tiene que alinear por las buenas o por las malas, o simplemente le despiden. Los corruptos son admirados y protegidos, y la justicia es una simple marioneta en sus antojadizas manos. 

Ahora que Odebrecht reconoció millonarios sobornos a presidentes y funcionarios peruanos, ha generado indignación en la mayoría de compatriotas y, otra facción es indiferente, como si pensaran que en corrupción están todos. Ósea el fenómeno de la corrupción ha penetrado en la mentalidad de esas personas al grado de que hay una aspiración por pertenecer a esas redesfinanciar o hacer pintas para el candidato ganador en campaña electoral,  para obtener una camioneta y dinero. Pero no quieren ser autoridades, sólo asesores, gerentes o administrativos. 

Una de las alternativas para solucionar este problema, es inculcar a los niños la honradez desde la escuela, los gobernantes tengan el valor y dignidad de transmitir probidad en la administración gubernamental, para promover el bien común; y las organizaciones políticas practiquen los principios y valores que pregonan en su doctrina para recuperar la credibilidad que necesitan y proporcionar a la ciudadanía el bienestar, la seguridad y la justicia que espera alcanzar.





Publicado en el Diario Correo


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