Antes los indicios de sobornos
de la empresa brasileña Odebrecht para ganar millonarios contratos con el
Estado, los ex presidentes peruanos: Alejandro Toledo, Alán García y Ollanta Humala, podrían ir a prisión
acompañando a Alberto Fujimori. Se confirma lo que para el pueblo era un
secreto a voces: “La corrupción generalizada en altas esferas de los gobiernos
del Perú, que carcome la confianza en la política y desmigaja la vida de los
más pobres”.
En el país se tiene buenas
leyes que no sirven para combatir este tipo de acciones, y el Ejecutivo y Congreso,
reaccionan con lentitud, como afirmando que aquí todo está bien, y no atacan
eficazmente a la corrupción. Por eso un sector de la ciudadanía ha iniciado una
cruzada para lograr que la sociedad haga
un repudio social a los corruptos, para que muchos de estos personajes no sean
aceptados en la vida política; y se está abriendo el espacio a nuevos
liderazgos con un explosivo discurso para romper el ciclo
corrupción-inseguridad.
Con el destape de más
casos, Odebrecht amenaza con otorgar partidas de defunción a gran parte de la
clase política; lo cual es un golpe a la
gobernabilidad democrática y a la reputación de los políticos. Marca un antes y
un después, que inclusive salpicará a los gobiernos regionales y
municipalidades, donde existen medianas empresas tipo Odebrecht acostumbradas a
pagar sobornos a gobernadores y alcaldes para ganar licitaciones, luego de
financiar campañas electorales.
Publicado en
el Diario Correo
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