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No al “vendría patria”. No al “norteamericano” PPK, repiten las radios,
entonando un coro diferenciado solo por voces barítonos y bajos; dado que el
encargo es: “Voto viciado”, con énfasis contra la política neoliberal de Pedro
Pablo Kuczynski, que venderá hasta el aire que se respira en el altiplano.
El mensaje es subliminal para el electorado que se encuentra en la región
Puno, un escenario de segunda vuelta de 1990: a Mario Vargas Llosa, personifica
PPK, un ultra neoliberal; y a Alberto Fujimori: lo representa Keiko, con
política económica a favor del pueblo.
Los estrategas de Fuerza Popular hábilmente han aprovechado el voto de
izquierda de Puno, para “llevarlo a su molino”; ubicando a Keiko como de
izquierda y PPK ultra derechista a favor de los banqueros y grandes
transnacionales. Hasta ahora están ganando la primera batalla, con el apoyo
incondicional de representantes de la verdadera izquierda que promueven el voto
viciado. Y, todavía tienen otra carta bajo la manga: “Si sale elegido PPK,
Martín Vizcarra, definitivamente se apropiará de Pasto Grande”.
La ventaja de Keiko, es la amnesia que tiene el poblador puneño, para no
recordar las fechorías de Vladimiro Montesinos, ni las esterilizaciones
forzadas, durante el gobierno Fujimorista, donde ella fue primera dama; no
obstante sí recuerda la llegada de los carros con el timón a la derecha y la
instalación de la luz eléctrica a las casas del campo; y sobre todo la
construcción de carreteras y escuelas en lugares más alejados: por primera vez
vieron y sintieron presencia del Estado.
A la candidata de Fuerza Popular, en Puno, no le conviene apartarse de su
padre Alberto Fujimori, y le corresponde estigmatizar a PPK de neoliberal y
entreguista; mientras ella se convierte en izquierda moderna y democrática.
Publicado en Diario Correo
grobercutipa@gmail.com
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