En aquellos tiempos, en
un pueblo cercano a la ceja de Selva, se danzaba al compás de
la melodía del Siku. Los hombres llevaban monteras, hechos con plumas;
también tenían pantalones de bayeta y pollerines de color blanco. Las mujeres
vestían polleras verdes y blusas blancas. Allí, llegó a bailar un joven muy
alto y corpulento, con máscara y vestuario de oso Jukumari: color negro, con
una mancha blanca que rodeaba sus ojos y se extendía hasta la garganta. Una hermosa doncella, que lucía una manta multicolor,
se enamoró del joven corpulento. Como ella, todos pensaron que un joven curioso
se había vestido de oso de anteojos y lo dejaron bailar.
Desde ese día, para
danzar el siku, y muchos años más tarde,
en la morenada y diablada: muchos jóvenes se vestían con traje de Jukumarini,
para impresionar a las chicas. Sin embargo, en los últimos años, en la
festividad Virgen de la Candelaria, el oso de anteojos, es reemplazado por el
gorila de África. Así, los danzarines
advierten que nuestro gran hermano Jukumari, está en peligro de desaparecer de
la ceja y selva puneña.
Los cazadores furtivos
lo matan para trasladar su cuero y garras a Cuzco, para fabricar regalos que se
llevan los turistas. También, algunos agricultores los matan, porque los ositos
ingresan a las chacras de maíz para alimentarse; ya que su hábitat ha sido
destruido por la actividad minera ilegal, narcotráfico y agricultura expansiva.
Es hora que el Gobierno
Regional de Puno, las municipalidades
provinciales y distritales de Carabaya y Sandia instalen centros de
rescate del oso andino. De esta forma, los graciosos ositos jukumaris
volverán a bailar en la Festividad Virgen de la Candelaria.
OTRO SÍ:
De acuerdo a la foto de arriba, en el carnaval de Oruro, se pueden observar a los osos jukumaris danzando.
Publicado en Diario Correo
grobercutipa@gmail.com
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