“Para presidente de la
República vota por cualquiera, pero para congresista marca… y escribe”. Este estribillo empleado
hace muchos años por los candidatos al Parlamento Nacional es obsoleto. Ahora,
el diseño de las campañas electorales de los aspirantes al Congreso es el “voto
lineal”.
Según las últimas
modificaciones de la Ley Electoral, los postulantes a parlamentarios dependen
de la aceptación del candidato presidencial: por eso su propaganda proselitista
deberá estar enmarcado en esa línea. De nada sirve la máxima votación de un
candidato al Congreso, cuando su partido político no pasa la valla electoral.
Este contexto, obliga a
los candidatos de las agrupaciones que pasaran a segunda vuelta y otros que
salvaran la valla electoral, emprender guerra sucia contra sus partidarios
postulantes; porque de los cinco aspirantes saldrán elegidos sólo dos y en
algunos casos uno. Repitiéndose la
campaña de desprestigio entre Mariano Portugal y Hugo Llano, postulantes por
Perú Posible en las Elecciones Generales del 2011, donde el primero salió vencedor.
Por eso se habla de
candidatos al Congreso “imposibles”, a pesar de tener buena preparación en
oratoria, jurisprudencia y contar con aceptación popular; no podrán acceder al
Parlamento, porque se inscribieron en organizaciones políticas denominados
“chicos”: por más que alcance 100 mil votos, mientras su candidato presidencial
no alcance la valla electoral, no ingresaran en la lista de los cinco
congresistas de Puno.
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